Cuentos de Navidad
Publicado el: 21 diciembre, 2017
Margarita, sus amigos y Santa Claus
Margarita estaba muy molesta todavía porque la Navidad anterior había recibido muy pocos regalos. Así pues, que le escribió a Papá Noel una carta muy dura en la cual le reclamaba a Santa su falta de consideración asegurándole que había sido una gran injusticia ya que ella se había portado de modo ejemplar. Así es que Papá Noel decidió visitarla unos días antes de Navidad.
– ¿Por qué estás tan enfadada Margarita y además ahora pides tantos regalos? – preguntó Papá Noel- ¡Pero si tienes un montón de amigos!
– ¡Eso no me importa! Quiero más juguetes y menos amigos.
Y tan molesta estaba que el bueno de Santa Claus tuvo que proponerle un trato:
– Está bien. Como muchos otros niños me han pedido tener más amigos, te daré un regalo más por cada amigo al que renuncies para que se lo pueda ofrecer a otros niños.
– ¡Perfecto! – dijo la sin dudar.
Cuando llegó la Navidad Margarita se encontró con una enorme montaña de regalos. Eran tantos, que dos días después aún seguía abriéndolos. La niña estaba feliz, gritaba a los vientos lo mucho que quería a Santa Claus, y hasta le escribió varias cartas de agradecimiento.
Cada día jugaba con uno diferente y se entusiasmó tanto que juntó muchos en un gran bolso y salió corriendo a la calle para mostrárselos a los demás niños.
La sorpresa fue que ningún niño mostró interés por sus juguetes y todos actuaban extraño e ignoraban a Margarita.
– Vaya, – pensó la niña – supongo que me he quedado sin amigos. Bueno, qué más da, sigo teniendo mis juguetes.
Margarita regresó a su casa. Durante algunas semanas disfrutó de un juguete nuevo cada día, y la emoción que sentía al estrenar un juguete todas las mañanas le hizo olvidar su falta de amigos. Pero no había pasado ni un mes cuando sus juguetes comenzaron a resultarle aburridos. Siempre hacían lo mismo, y la única forma de cambiar los juegos era inventándose nuevos mundos y aventuras, como hacía habitualmente con sus amigos. Sin embargo, hacerlo solo no tenía mucha gracia.
Entonces empezó a echar de menos a sus amigos. Se daba cuenta de que cuando estaba con sus amigos, siempre se les ocurrían nuevas ideas y nuevos juegos ¡Por eso podían jugar con un mismo juguete durante semanas! Con el paso de los días ella comenzó a pensar que tener amigos era mucho mejor que cualquier juguete ¡Pero si llevaba años jugando con sus amigos y nunca se había aburrido de ellos!
Y tras un año de mortal aburrimiento, al llegar la Navidad redactó una nueva carta para Papá Noel, en ella le pedía perdón por haber sido tan torpe de cambiar sus mejores amigos por unos aburridos juguetes, y le suplicaba recuperarlos a todos.
Y desde entonces, no deseó por Navidad otra cosa que tener muchos amigos y poder compartir con ellos sus alegrías, aunque fuera con viejos juguetes.