Mi bebé tuerce las piernas al caminar
Publicado el: 21 junio, 2018
Por: Dra. Verónica Mera López
Es una consulta muy habitual, posterior a que el niño inicia la marcha. Los padres notan que su hijo desvía las piernas al caminar. Hay que tener en cuenta que aproximadamente, los niños inician la marcha alrededor de los 12 meses, donde tienen que desarrollar los músculos de las piernas y coordinar sus movimientos. Para lograrlo es frecuente que tuerzan los pies, ya que aún no tiene definido el centro de gravedad y está aprendiendo a mantener el equilibrio por lo cual aumentan el ángulo de sustentación, ampliando la superficie de apoyo separando los pies y rotándolos hacia afuera o dentro.
Las primeras deformidades que se encuentran son las rodillas en varo o las piernas arqueadas (Genu varo – forma de “O”- cuando las rodillas se separan y los tobillos se juntan); esta deformidad es frecuente en las rodillas de los niños (en los primeros tres años de vida) y es fisiológica, es decir, se corrige por lo general con el desarrollo normal del niño. A partir de los tres años de edad las piernas se van alineando hasta que aparecen las rodillas valgas que parecen “X” (Genu valgo – postura en la que cuando las rodillas se tocan, los tobillos están separados entre sí) lo cual aumenta progresivamente entre los tres y cuatro años; posteriormente disminuye de nuevo hasta los siete años, edad en la que se empieza a mostrar la forma que va a mantener el resto de la vida.
¿Cuándo debe preocuparse?
Algunos signos que nos podrían hablar que las cosas no están bien son: aparición de cojera, dolor en las extremidades y aumento de la deformidad, es decir, si la forma de las extremidades “O” persiste pasado los tres años o las piernas que parecen “X” se observa pasado los siente años.
No olvide que es indispensable ofrecer a su hijo una alimentación sana y equilibrada, ya que el exceso de peso puede provocar problemas al caminar.
Es indispensable que como padre/madre continúes de manera juiciosa los controles con pediatría y de esta manera se realice un seguimiento de su hijo donde se evaluará la presencia o no de signos de alarma. Normalmente no requiere de estudios radiológicos, a no ser que su pediatra encuentre alguna alteración anteriormente expuesta, para lo cual evaluaría la necesidad de remitir a ortopedia infantil.