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Cosas que podemos aprender de nuestros hijos


 

Los niños aman incondicionalmente, viven el presente y nunca reprimen sus sentimientos. Ellos disfrutan la vida y encuentran la alegría en situaciones que nuestros ojos de adulto pasan por alto. Aquí develamos algunas enseñanzas que nuestros pequeños nos pueden brindar para renovar nuestra mirada del mundo.

Vivir el momento: Sabrina tiene dos años y medio y está en camino a visitar a una amiguita con su mamá. En el viaje se detiene a observar una fila de hormigas. Fascinada, mira como estos insectos siguen su trayecto olvidándose de su amiga, su mamá y todo lo que la rodea. Para ella el tiempo se detiene en cada nueva experiencia. Nosotros los adultos, en cambio, pasamos mucho tiempo planificando y organizando nuestra rutina. Un buen consejo es detenerse de tanto en tanto y observar la luz entre las hojas de los árboles, saborear un buen tinto a la mañana o escuchar música.

Amar incondicionalmente: No importa si es mamá o papá, la vecina simpática, la niñera o la mejor amiga de mamá. Si nuestros pequeños sienten simpatía por alguien no tiene problema en dirigirse a esa persona y decirle “te quiero” o abrazarla. No se cuestiona las debilidades o fortalezas de los demás y no le importa si papá aumentó 5 kilos o si mamá no se peinó. Nosotros, los adultos, debemos recordar decir “estoy contento de que estés a mi lado”, “qué buen amigo que eres” o simplemente “te quiero”.

La magia de saber perdonar: Muchos de nosotros acarreamos del pasado algunos enojos debido a personas que nos desilusionaron o que cometieron injusticias. Nuestro hijo nos muestran como se puede dejar evaporar esa carga para perdonar y no ser rencorosos. Aún estando indignado porque un amigo destruyó su castillo de arena o porque mamá no cedió ante un deseo, algunos pocos minutos después, queda todo en el olvido.

Ver lo bello en los pequeñas cosas: Juan de dos años está sentado junto a un charco y observa su cara que se refleja en el agua. Con su dedito toca la superficie y desaparece la imagen. Al esperar unos pocos minutos aparece nuevamente. Así pasa un largo rato, asombrado. Nosotros también debemos detenernos a disfrutar el canto de los pájaros o a apreciar las pequeñas ondas que el viento deja en la arena.

Mami y papi, nuestros pequeños hijos son pequeños maestros, y si los observamos podemos aprender muchas cosas, ¡incluso sobre nosotros mismos!