¿Quién lava los platos en casa?
Publicado el: 2 marzo, 2018
Por: Fiona Vidal
¿Cómo dividir las responsabilidades con nuestra pareja? Muchas parejas intentan dividir a la mitad los pagos, el cuidado de los hijos y también los quehaceres de la casa, pero muchos creen que eso es un error.
Algunos especialistas de familia consideran que la división del trabajo debería ser más orgánica, más natural, para que cada persona se sienta realizada y cómoda con lo que aporta en el hogar.
A veces nuestros esposos entienden que las mujeres somos mejores “administradoras” de las responsabilidades domésticas. Influye en ellos su crianza y el modelo que han aprendido en sus hogares. Para que las cosas cambien, los hombres deben aprender a sentir que su hogar también es su responsabilidad.
Muchas parejas insisten en tratar el trabajo conyugal como trabajo en equipo, sin embargo el problema es que no se puede tratar una relación como una hoja de cálculo.
Cada pareja necesita encontrar su propio ritmo, donde cada persona participe sintiéndose bien y obteniendo un buen resultado.
Es posible acordar que un día cada uno llevará los niños al colegio, o que se turnarán para lavar los platos por la noche; pero lo difícil es hacer que ambos se sientan realmente satisfechos con sus tareas.
Pero no todo está perdido, hay formas de hacerlo y estrategias para no morir en el intento y llevarlo a cabo:
- La pareja, primero, debe tener claro qué cosa puede hacer cada uno.
- Luego intentar encontrar la forma de garantizar que ambos realicen las tareas que más les gustan, o que al menos toleren.
- Pueden intercambiar tareas entre sí o buscar alguien que nos asista.
Sabemos que muchas mujeres continúan en la actualidad haciendo más de lo que les corresponde, pero para cambiar esto hay que pensar en la importancia de trabajar la comunicación con nuestras parejas. Es importante conversar de forma amenas para tratar estos temas.
Está comprobado que los matrimonios que tienen un sistema fluido para dividirse las tareas domésticas, suelen ser más felices y funcionales.
Tampoco se trata de llegar a la perfección, pero si asegurarse de que nadie se sienta abrumado.
El diálogo es la base de la armonía en el hogar.