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¿Por qué a nuestros hijos les gusta disfrazarse?


 

Entre los dos y tres años de edad, jugar a disfrazarse es uno de los entretenimientos preferidos de nuestros hijos. Así los zapatos, las faldas y los zapatos de mamá y papá pasan a ser los juguetes más interesantes que pueden encontrar. Algunas veces incluso quieren salir a la calle disfrazados. ¿Cuál es la razón?

El hecho de probar la vestimenta de mamá y papá está directamente relacionado con los modelos masculinos y femeninos que se ven en la vida cotidiana, que pueden ser tanto los padres de lo pequeños como personajes de la televisión que les gusta. A través de la imitación, nuestros hijos copian las formas de vestirse, maquillarse y afeitarse.

De esta manera comienzan a practicar los roles preestablecidos por la sociedad. Sin embargo, es frecuente en esta etapa que las niñas se vistan con el traje de papá y los niños se pongan los tacos de mamá o se quieran maquillar. A esta edad, la definición de la identidad sexual no está establecida y nuestros hijos todavía no saben separar lo femenino y lo masculino.

En general, jugar a disfrazarse es un simple juego para nuestros pequeños. Sin embargo, en muchas ocasiones nos encontramos con que quieren salir a la calle vestidos de princesa o Power Ranger y no hay manera de hacerles cambiar de opinión. Cuántas veces nos ha pasado de tener que llevar a nuestro hijo al médico con el disfraz de bombero puesto. El negarse a sacarse la vestimenta es otro modo más de querer afianzar su personalidad.

Mamis y papis, jugar a disfrazarse es una manera positiva de estimular la imaginación y ensayar la vida adulta. Detrás de esta persistencia de querer verse diferente se encuentra simplemente la búsqueda de su propia identidad.