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¿Por qué los niños hacen bullying?


El bullying puede parecer algo nuevo, pero realmente es tan antiguo como los propios niños. Tradicionalmente se llama acoso escolar (aunque no solo se presenta en el ambiente escolar), cada día se convierte en algo más rutinario, adoptando mayor gravedad. Este hostigamiento es un tormento intencional que se da a nivel físico, verbal o psicológico. El acoso puede ir desde golpes, empujones, insultos, amenazas y burlas hasta extorsiones para conseguir dinero y pertenencias.

Es nuestra responsabilidad como adultos tomar en serio este comportamiento abusador de los niños y no solo restarle importancia como algo que todos debemos aguantar, ya que las consecuencias pueden ser graves y afectar el sentido de seguridad y autoestima de los niños. Es importante que nuestros hijos sepan que si son víctimas de bullying siempre pueden contar con nosotros para dar solución al problema.

Pero, ¿qué se puede hacer cuando es nuestro hijo el acosador? Por muy doloroso que esto sea, tenemos que enfrentar el problema e identificar la causa. Cuando se analizan las características generales del acosador de la escuela o de un grupo de amigos se encuentran características similares como: necesidad de dominar y controlar a los demás, temperamento explosivo e impulsivo, les estimula la violencia y disfrutan de ella, tienen total falta de empatía, poca capacidad de autocrítica y baja tolerancia a la frustración, no respetan las diferencias de los otros, tienen pensamiento rígido, tienden a desafiar las normas y son manipuladores (su comportamiento siempre tiene un objetivo: sus propios intereses).

También, se puede identificar en el niño(a) que su rendimiento escolar es bajo, asume el rol de líder ante un grupo de alumnos y puede pertenecer a una familia desestructurada y con antecedentes de violencia doméstica y siempre actúa porque tiene la complicidad de los demás niños de la clase e incluso de sus propios padres, que prefieren justificar su comportamiento antes que enfrentarlo y corregirlo.

El acosador de bullying tiene un perfil muy claro y parecido al del maltratador, por lo que es vital detectarlo y generar soluciones.

¿Qué deben hacer los padres con un hijo que hace acoso escolar?

Aproximadamente el 11% de los padres con hijos acosadores no lo van a admitir o van a restarle importancia, el 56% hablará con sus hijos y un 63% considera que la escuela es la responsable. Los padres lo detectan tardíamente, después de que la propia víctima o los padres de esta lo ponen en conocimiento.

Una vez identificado el comportamiento hay que frenar completamente la situación de abuso, a través de algún tipo de sanción verbal o académica. Hay que estimular el diálogo, darle la oportunidad de reflexionar sobre su conducta y brindar una respuesta clara de rectificación que implique una cierta disculpa o reparación para la víctima. Uno de los aspectos más complicados para guiar la situación es que el propio entorno familiar acepte la realidad y no minimice la gravedad de los hechos y los daños que puede experimentar la víctima.

Es necesario que las familias hablen con el hijo sobre la situación detectada, pidiéndole que se ponga en el lugar de la víctima y planteándole posibles actuaciones para reparar los daños. Esta situación abordada de la manera adecuada creará un espacio para el diálogo, el perdón y la reconciliación entre la víctima y el acosador, pero termina siendo responsabilidad del adulto guiarlos en la dirección correcta.  Si creemos que como padres no sabemos cómo orientar a nuestro hijo, es importante consultar con un especialista para detectar qué detona este comportamiento.

No debemos restarle importancia a este comportamiento, porque es un hecho grave que puede traer consecuencias terribles para la víctima y que pueden terminar hasta en el suicidio, pero tampoco hay que estigmatizar y criminalizar un comportamiento que se puede acabar modificándolo.

Recuerde: un niño buleador o agresivo solo está, en el fondo y de la peor manera pidiéndonos ayuda.

Enséñeles a sus hijos la importancia del dolor ajeno y el respeto al otro, aún en la diferencia.