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Mi niño tartamudea


 

La disfemia, llamada también tartamudez, es definida como un trastorno que compromete la fluidez y organización del habla; puede o no estar acompañado de excesivos movimientos gestuales y corporales al hablar y presentar síntomas como prolongaciones de vocales, consonantes, sílabas y palabras.

Durante el desarrollo del lenguaje se presenta la denominada “disfemia fisiológica” por la cual pasan muchos niños en su normal desarrollo del lenguaje.   Aparece aproximadamente alrededor de los 2 hasta los 5 años de edad cuando el niño ha presentado un considerable crecimiento del lenguaje y muestra una gran necesidad de expresar sus mensajes de manera rápida, es como si pretendiera  hablar a la velocidad que piensa.

Estos bloqueos en el habla  se convierten en un síntoma de alarma para sus padres por el temor a que el niño pueda presentar tartamudez.  Con cierta frecuencia lo regañan, le piden que “hable bien”, que “respire”, etc.,  incrementando los síntomas al bloquear la comunicación del menor. Por otra parte, con frecuencia los niños no han identificado “un problema” más la angustia del adulto le empieza a mostrar que algo no está bien cuando él habla.

¿Qué hacer?

Si bien es algo esperado dentro del normal desarrollo del lenguaje, es fundamental una valoración por fonoaudiología así como los controles periódicos, teniendo en cuenta que la literatura muestra que hasta un 10% de los niños que presentan esta etapa podrían presentar el cuadro de tartamudez al finalizar la misma.

Se propone una intervención que inicialmente está enfocada a explicar a los padres y cuidadores la forma de abordar la presencia de estos bloqueos en el habla. Algunas recomendaciones son:

-Recuerde que el adulto es el modelo del habla.  Háblele al niño de manera lenta y pausada.

-Hágase cargo de su propia angustia frente a los bloqueos del niño pero NO le transmita esto al menor, ya que él puede percibir esto y presentar incluso rechazo para utilizar la palabra para comunicarse.

-Mire siempre al niño cuando le hable.

-Céntrese en lo que el niño quiere expresarle y no en cómo lo está haciendo.

-Dependiendo de cada caso, se mostrará cómo producir un lenguaje hablado de manera suave y relajada de los órganos fono-articulatorios buscando disminuir la tensión que se presenta a este nivel.

-Recuerde que se comunica no sólo palabras sino emocionalidad. No permita que para el niño, hablar sea sinónimo de angustia.

Es importante también tener presente que el lenguaje ayuda a organizar nuestras emociones y sentimientos. Cuando a los adultos les pasa algo, mediante el lenguaje pueden identificar: qué pasó, cuándo pasó, cómo me siento, reflexionar  sobre lo sucedido, y de alguna manera ayuda a tranquilizar; los niños no tienen esta facultad entonces su angustia la colocan en el cuerpo, es decir la manifiestan a través del llanto, las pataletas y en ocasiones en el habla.

Relacionado con lo anterior puede presentarse tartamudez en el proceso de evolución del lenguaje, relacionado con situaciones emocionales importantes para el menor: nacimiento de un hermanito, separación de los padres, cambio de niñera, colegio, etc. Cada caso es particular y debe ser evaluado.

Zamira Montoya C.

Fonoaudióloga-Psicóloga de la Fundación Valle del Lili.

Especialista en lenguaje – Ms Neuropsicología.