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Comunicación asertiva con nuestros hijos


Uno de los mayores deseos de los padres es conocer bien a sus hijos, compartir sus preocupaciones, sus ilusiones y poder establecer una confianza mutua que facilite el diálogo, para lo cual es vital una adecuada comunicación que permita hablar, discutir y opinar sobre cualquier tema.

En las relaciones asertivas además de una permanente comunicación, se reconocen tanto los derechos como los deberes de todos los miembros de la familia.

Las ideas se defienden, las opiniones se razonan y las normas se argumentan sin necesidad de recurrir a los gritos ni a la pérdida de control.  Para que los niños puedan hablar de sus sentimientos deben encontrar un ambiente receptivo y una actitud positiva por parte de los padres, que deben escucharles y mostrarse respetuosos con sus opiniones, aunque no siempre sean coincidentes.

La comunicación verbal que cada día establece un padre con su hijo pone en evidencia una determinada filosofía educativa de la que se derivan consecuencias en el aprendizaje y en la formación de la personalidad, sobresaliendo el estilo pasivo o sumiso: característico de aquellos padres que se muestran incapaces de hacer valer sus propuestas u opiniones ante sus hijos; además se sienten inseguros en su papel, deciden callar y ceden ante la más mínima presión. Por otro lado, se convierten en padres frustrados, ansiosos y con baja autoestima, mientras los hijos a pesar de lograr lo que quieren se van sintiendo desprotegidos por la ausencia de referencias, límites y autoridad.

En  el estilo agresivo o impositivo el padre impone sus criterios sin tener en cuenta la opinión de los hijos, su discurso está lleno de advertencias, amenazas y obligaciones, siendo frecuente la pérdida de control con discusiones y gritos que pueden llegar incluso a la violencia física. A medida que el niño crece y es capaz de defender su posición estos padres se sienten desautorizados mientras los niños desarrollan sentimientos de rechazo y desvalorización, convirtiéndose en niños inhibidos, resentidos y hostiles.

En el estilo asertivo los padres están satisfechos, relajados y con autocontrol, no imponen sus criterios de forma autoritaria pero establecen límites claros. Además, tienen en cuenta la opinión del niño pero finalmente es el adulto quien decide. En este estilo, el niño se siente apreciado, valorado y respetado, tiene adecuada autoestima y estabilidad emocional, lo cual le permite establecer relaciones sociales positivas y enriquecedoras.

¿Cómo se puede lograr la comunicación asertiva?

  • Empiece la comunicación efectiva cuando los hijos son pequeños: esté siempre disponible para hablar con sus hijos, usando un lenguaje apropiado y claro para la edad del niño, asegurándose que haya entendido el mensaje. Los niños que se sienten amados y aceptados por sus padres son más capaces de compartir sus sentimientos, pensamientos y preocupaciones.
  • Aprenda realmente a escuchar: cuando un padre escucha atentamente a su hijo le está mostrando que está interesado. Para lograr esto deje lo que está haciendo, mantenga el contacto visual mientras le sonríe o le acaricia sin interrumpirlo. Una vez el niño ha terminado de hablar, haga algunas preguntas fáciles de contestar y que mantengan la conversación interesante. Evite que la conversación se trasforme en un interrogatorio.
  • Exprese sus ideas y opiniones con sus hijos: para que la comunicación sea efectiva deben existir dos opiniones. Los padres pueden enseñar a sus hijos a través de sentimientos, ideas y pensamientos.
  • Planee regularmente “juntas familiares o tiempo para hablar”: constituyen una excelente oportunidad para hablar de detalles cotidianos o para discutir problemas y quejas. Lo importante es que cada miembro de la familia tenga tiempo para hablar y ser escuchado por los demás.
  • Admita cuando usted no sabe algo: es mucho más sano que los padres demuestren a sus hijos que ellos son humanos y que no saben algunos temas, que inventar alguna respuesta falsa.
  • Trate de dar explicaciones completas: es importante que los padres sepan cuanta información necesitan sus hijos y asegurarse de que esta información sea apropiada para la edad de sus hijos.
  • Evite una comunicación negativa con sus hijos: muchos padres no son conscientes de que a veces utilizan formas negativas para comunicarse con sus hijos.

Ejemplos de comunicación negativa:

  • Sermones: sermonear es dar más información de la que es necesaria sin dar cabida a otras opiniones o ideas. Una vez que les ha dicho algo a sus hijos no es necesario decirlo nuevamente, siempre y cuando el niño tenga claridad sobre las normas y los límites.
  • Interrupciones: cuando los niños estén hablando, los padres deben darles la oportunidad de terminar lo que están diciendo antes de que ellos hablen. Los niños que no se sienten escuchados pueden dejar de comunicarse con sus padres.
  • Críticas: no se deben criticar los sentimientos, las opiniones o las ideas de sus hijos, ya que se puede afectar el autoestima.
  • Viviendo en el pasado: una vez resuelto el conflicto no debe volverse a mencionar. Los padres que mencionan constantemente los errores que sus hijos han cometido les están enseñando a guardar rencores.
  • Tratar de controlar a sus hijos usando sentimientos de culpabilidad: intentar que los niños se sientan culpables por sus opiniones, sentimientos o acciones puede hacer un gran daño a la relación entre padres e hijos.
  • Usar el sarcasmo: los padres en algunas ocasiones usan el sarcasmo cuando expresan algo que no quieren decir o insinúan lo opuesto a lo que dicen por el tono de su voz. El sarcasmo hiere a los niños y no sirve para que los padres se comuniquen positivamente con sus hijos.
  • Amenazar: las amenazas rara vez son efectivas y mucho menos si después de hacerse no son cumplidas.
  • Mentir: los padres deben ser francos y honestos con sus hijos, esto hará que sus hijos también lo sean con sus padres y se genere un clima de confianza entre ellos.

Recuerde: siempre hay que escuchar cualquier cosa que nuestros hijos tengan para decirnos. Si no escuchamos con entusiasmo las cosas pequeñas cuando son pequeños, no dirán las cosas grandes cuando estén creciendo, porque para ellos siempre se trató de cosas importantes.

Dra. Sandra Concha – Pediatra de la Fundación Valle del Lili