Sarampión, recomendaciones de la CDC
Publicado el: 14 mayo, 2018
Poe: Dra. Sandra Patricia Concha
El sarampión es una enfermedad contagiosa de origen viral, que se propaga mediante la tos y los estornudos, contacto directo con secreciones nasales o faríngeas infectadas. Antes que la vacuna se introdujera en año 1.963 y se generalizara su uso, cada 2-3 años se registraban importantes epidemias de sarampión que llegaban a causar cerca de 2,6 millones de muertes al año.
Una persona infectada podría contagiar hasta el 90% de las personas a su alrededor si no están vacunadas, siendo los niños los más vulnerables. El sarampión se trasmite a través del contacto directo y del aire; la infección inicia en el tracto respiratorio y se extiende al resto del organismo.
Los síntomas son fiebre alta (inicia 10 a 12 días después de la exposición al virus y dura entre 4 y 7 días), tos, secreción nasal y enrojecimiento de los ojos, luego produce un sarpullido de puntitos rojos que inicia en la cabeza y se extiende al resto del cuerpo. Esta infección puede complicarse con cuadros de otitis, neumonía, encefalitis e incluso la muerte. La mayoría de las muertes se deben a complicaciones que son más frecuentes en menores de 5 años y adultos de más de 30 años.
Es una enfermedad poco común debido a que la mayoría de las personas están protegidas por la vacuna, pero se puede propagar rápidamente en comunidades donde no se asegura la vacunación de forma adecuada.
La intensificación de las actividades de vacunación ha influido de forma decisiva en la reducción de fallecimientos por sarampión.
Poblaciones en riesgo: niños pequeños no vacunados y mujeres embarazadas sin vacunar. Los brotes de sarampión pueden ser mortales en países que estén sufriendo desastres naturales o conflictos. Los daños a la infraestructura sanitaria y a los servicios de salud interrumpen la inmunización sistemática aumentando el riesgo de infección.
El sarampión puede producir epidemias que causan muchas defunciones, especialmente entre los niños pequeños malnutridos. En países donde el sarampión ha sido prácticamente eliminado, los casos importados de otros países siguen siendo una importante fuente de infección.
Tratamiento: no existe ningún tratamiento antiviral específico contra este virus. Las complicaciones graves del sarampión pueden evitarse con un tratamiento de apoyo que garantice una buena nutrición, una ingesta suficiente de líquidos y el tratamiento de la deshidratación con las soluciones de rehidratación oral recomendadas por la OMS (Organización mundial de la salud). Se deben prescribir antibióticos para tratar la neumonía u otras infecciones y adicionalmente, se deben ofrecer a los pacientes suplementos de vitamina A.
¡Proteja a sus hijos con la vacuna contra el sarampión!
Usted puede proteger a sus hijos contra el sarampión con una vacuna combinada que brinda protección contra tres enfermedades: el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR, por sus siglas en inglés, también llamada vacuna triple viral). La vacuna MMR es de comprobada seguridad y eficacia. Los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) recomiendan que los niños reciban dos dosis:
• La primera dosis entre los 12 y 15 meses de edad y la segunda dosis antes de comenzar la escuela, entre los 4 y 6 años de edad.
Asegúrese de que sus hijos estén protegidos antes de viajar al extranjero; todas las personas de 6 meses o más, deben estar protegidas contra el sarampión antes de viajar al extranjero.
• Los bebés de 6 a 11 meses de edad deben tener una dosis de la vacuna contra el sarampión. Los bebés que recibieron una dosis de la vacuna contra el sarampión antes de su primer cumpleaños deben recibir otras dos dosis (una entre los 12 y 15 meses de edad y la otra al menos 28 días después).
• Los niños de 12 meses de edad o más, deben recibir dos dosis con una separación de al menos 28 días entre una y otra.
La mayoría de los niños no presentan ningún efecto adverso a la vacuna, cuando ocurren son muy leves como: fiebre, rash, dolor o edema en el sitio de aplicación. Algunos presentan dolor temporal y rigidez en las articulaciones. Efectos severos como fiebre muy alta que pueda causar convulsiones, pero es muy poco probable.