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¿Cómo manejar la ansiedad en niños y adolescentes?


El Dr. Omar Salazar, Psiquiatra, aclara cómo se puede manejar la ansiedad en niños y adolescentes.
Como padres debemos dar ejemplo y tratar de tener buenos hábitos, por ejemplo, a través de una buena alimentación. Hay que intentar tener una dieta balanceada y evitar el exceso de consumo de estimulantes y sustancias como el café, el té o las bebidas mal llamadas energizantes. Inclusive el mismo alcohol. Si usted abusa del alcohol o consume algún psicotóxico, aumenta el riesgo de sufrir de ansiedad y generar trastornos en sus hijos.

Otra cosa que puede ayudar mucho a evitar la ansiedad es hacer ejercicio con regularidad, mínimo una hora, tres veces a la semana. En el caso de los jóvenes pueden hacer ejercicio hasta seis veces a la semana tranquilamente.

Es muy importante reconocer que la ansiedad no siempre es patológica. Se puede distinguir una ansiedad normal de una ansiedad patológica. Si la ansiedad es muy severa y está comprometiendo nuestro funcionamiento a nivel familiar, social y académico puede que sea un buen momento para consultar a un profesional de la salud como un psiquiatra o un psicólogo.

Empezar desde pequeños y fomentar el hábito del diálogo: se aconseja siempre a los padres de niños pequeños que traten de pasar con ellos el mayor tiempo posible. Por ejemplo, tratar de reunir a la familia y compartir una o dos y si se puede tres comidas principales con todos. Si por trabajo de pronto es difícil reunirse a la hora del almuerzo, entonces tratar de estar con ellos en el desayuno y en la cena.

Siempre preguntarles qué tienen, cómo les fue en su día: acostumbrarse a hablar de mejor manera, tratar de mejorar la comunicación. Una buena técnica es siendo un buen ejemplo y hablando lo que nos ha pasado, por ejemplo, les podemos contar cosas que nos pasaron cuando éramos pequeños o lo que nos ha pasado en el día, así mediante el ejemplo les estamos enseñando que hablar y comunicar lo que nos pasa o lo que sentimos está bien.

Compartir intereses comunes: ver qué nos gusta y qué les gusta a ellos. Si a mi hijo le gusta el fútbol y a mí también, buscar compartir con ellos jugando fútbol, viendo el partido, yendo al estadio. Si a mi hija le gusta cocinar, cocinar con ella o compartir un deporte o alguna actividad que sea de interés mutuo. Eso ayuda a mejorar en general el clima de la relación, la comunicación y reducir el estrés tanto del hijo como del padre.

Vea el video para mayor información: