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Dolores articulares en niños


 

La queja de dolor articular en la infancia y adolescencia puede ser común y por fortuna, en pocas ocasiones son un síntoma de enfermedad grave. Hasta el 20% de los niños manifiestan dolor articular sin que este esté relacionado con traumas en algún momento de su vida; el 5% de los casos el dolor es persistente, al menos por tres meses e interrumpe las actividades normales.

Dado que este síntoma es motivo de preocupación en padres y familiares, se brinda una orientación que permite identificar señales de alarma para una pronta consulta con el pediatra y el reumatólogo pediatra.

Hay ciertos signos y síntomas en el niño que presenta dolor en las articulaciones y/o inflamación que puede indicar gravedad y requieren de atención médica como la presencia de fiebre (temperatura superior a 38 °C), pérdida de peso, palidez en la piel, erupción o brotes en la piel, morados en la piel, conjuntivitis o anomalías oculares, dolor persistente, dolor en la mañana o sensibilidad, incapacidad o negativa del niño para movilizar la extremidad, cambios en la marcha o cojera. En los niños más pequeños pueden no localizar el dolor en una articulación, pero pueden negarse a caminar o jugar, presentar cambios en el estado de ánimo o en el comportamiento (irritabilidad, llanto, mal humor).

Observar sí el niño presenta inflamación en la articulación, calor en la articulación o enrojecimiento, y vigilar cuáles son las articulaciones adoloridas. Es importante determinar el patrón del dolor articular y esto se hace a través de la evaluación de las características del dolor: horario de presentación (mañana – tarde – noche), la  frecuencia de presentación, sí el dolor lo despierta por las noches, sí el dolor se desencadena posterior a una actividad física o posterior al reposo, sí genera limitación en las actividades de la vida cotidiana del paciente o no, sí hay limitación en el juego o prácticas deportivas.

Los dolores articulares nocturnos benignos de la infancia, generalmente ocurren en un niño sano de crecimiento y desarrollo normal, cuyo dolor se produce comúnmente al final del día y en la mitad de la noche, pero no durante el día, en especial cuando el niño ha tenido mayor actividad física.

En conclusión,  aproximadamente un tercio de los niños en edad escolar pueden manifestar dolores articulares, que generalmente mejoran solos y pueden deberse únicamente al ejercicio y al juego saludable. Si estos dolores van acompañados de algún otro síntoma o si despiertan preocupación en su familia, se debe consultar y guiar la atención por parte de reumatología pediátrica para su oportuna evaluación.

Dra. Lyna Ramírez Campo.

Reumatóloga pediatra.

Fundación Valle de Lili.