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Pedir perdón: una enseñanza que deja su huella


¿Qué enseñanza le damos a nuestros hijos cuando les pedimos perdón?

Cuando la máxima figura de autoridad reconoce que ha cometido un error delante de su hijo, está forjando valores imprescindibles para el desarrollo de una persona de bien: la humildad y el respeto al otro.

Al pedir perdón se le enseña al niño a reconocer sus propios errores, a tomar conciencia que todos los seres humanos somos falibles y a crear empatía con los demás.

La capacidad de perdonar es un ejercicio de madurez que nos aleja de la lógica psicopática tan instalada en nuestra época.

El aceptar los errores es una forma de crear seguridad y transmitir que es posible reconocer las faltas y transformar el error en una oportunidad de cambio para llegar al éxito. Lo que indica la capacidad de reconocer lo que no está bien, responsabilizarse por sus acciones y buscar soluciones.

No es un signo de debilidad, todo lo contrario, reconocer un error nos permite un mejor desarrollo del auto-estima.

Pedir perdón a un hijo no muestra falta de autoridad: La autoridad se conquista definiendo bien las reglas, siguiéndolas como fueron pautadas, exigiendo que se lleven a cabo; al igual que las consecuencias. La mejor forma de educar es por medio del modelo a seguir. El ser humano aprende más por las vivencias. Al pedir perdón no deja el adulto de asumir su postura de autoridad; sino que por el ejemplo, enseña al hijo, a reconocer cuando no tiene la razón.

Es importante reconocer nuestros errores en todos los aspectos de la vida, pero mucho más frente a nuestros hijos. Una conducta coherente entre lo que decimos y hacemos es la mejor enseñanza que podemos ofrecerles.