Fobias y miedos en niños
Publicado el: 2 octubre, 2020
Aún recuerdo el miedo que le tenía a las arañas cuando era una niña. No podía ni ver una foto de cualquier tipo de araña. Hoy en día puedo ver una araña sin que me genere tanta angustia. La mayoría de los miedos de los niños son transitorios y se resuelven espontáneamente con su desarrollo cognitivo (cerebral).
Todos los niños tienen miedos en algún momento de su vida, en ocasiones, puede resultar complicado diferenciar los miedos normales de las fobias. Se considera miedo a aquella emoción desagradable con un comportamiento normal para la edad, que se produce en respuesta a una situación de peligro real o imaginario, y que no produce una importante alteración en su vida cotidiana.
El miedo tiene una función adaptativa y necesaria para la supervivencia. La presentación es diferente según la edad. En líneas generales, los miedos a la separación de los seres queridos o a la oscuridad son más propios en niños pequeños. Con el crecimiento, los miedos sociales adquieren mayor importancia, el miedo al ridículo o a hablar en público son más comunes en la adolescencia.
Miedos y desarrollo evolutivo
A partir de los 6 meses aparece el miedo a las alturas, a los extraños y a la separación de los padres que se intensifica entre el año y los 2 años y medio. Estos tres tipos de miedos se consideran programados genéticamente y con alto valor adaptativo.
En esta etapa empiezan a surgir miedos relacionados con pequeños animales y ruidos fuertes, como los de los truenos.
Preescolares (2, 5, 6 años)
Se mantienen los previos, sobre todo el miedo a la separación. Conforme avanza el desarrollo cognitivo, aparecen más estímulos generadores de miedo. Son propios de esta etapa el miedo a los monstruos, la oscuridad, los fantasmas o a los personajes del cine o dibujos.
La mayoría de los miedos a animales empiezan en esta etapa y pueden perdurar hasta la adultez.
Escolares
Entre los 7 y 12 años, el niño ya es capaz de diferenciar la realidad y la ficción; así van desapareciendo los miedos a los seres fantásticos e imaginarios, dando lugar a otros relacionados con el temor a situaciones reales que puedan causar un daño, miedos a las catástrofes naturales, a presentar enfermedades o a lastimarse. Es la edad de inicio de las fobias a daño, sangre e inyecciones. Al final de esta etapa comienza, aunque poco frecuente, el miedo a la valoración negativa de los iguales o a los exámenes.
Adolescencia
Se reducen significativamente los miedos de épocas anteriores. Los miedos estarán asociados al temor a la crítica y al rechazo, al fracaso escolar y a no conseguir los logros académicos deseados o miedo al ridículo o a hablar en público.
La fobia
La distinción entre los miedos normales y las fobias no es sencilla. La fobia es un temor no justificado ante un objeto o situación que, aunque pueda reconocerse como irracional o exagerado, genera en el individuo una intensa reacción de angustia y que se acompaña del deseo por evitar dicho estímulo, produciendo un elevado malestar emocional.
Los miedos infantiles son muy comunes, entre el 30% y el 50% de los niños presentan uno o más miedos intensos pero no todos tendrán significación clínica.
La prevalencia de las fobias oscila entre un 3% y un 9% de los niños y adolescentes, siendo más frecuentes en las niñas.
Factores de riesgo
- Presencia de una fobia en algún miembro de la familia.
- Un temperamento intolerante a la frustración con tendencia a sobredimensionar cualquier problema cotidiano.
- Niños de temperamento más sensible, muy dependiente con pobre autonomía para la edad.
- Alteraciones en la relación madre: estas alteraciones en el apego son importantes porque tiene que ver con el desarrollo de fobia social y agorafobia (miedo a los lugares públicos y espacios abiertos).
Clínica
Los niños fóbicos se encuentran habitualmente asintomáticos fuera del estímulo, que es evitado con facilidad y sin interferencia en su vida diaria. En caso de no poder evitarlo, generará un importante sufrimiento en el niño y en su entorno.
La fobia social tiene un inicio más tardío, en caso de ser grave podría conducir al rechazo del colegio. La fobia escolar es un factor de riesgo para el fracaso escolar, presenta dos picos a los 6 años y a los 12 años. Podría ser una manifestación de trastorno de ansiedad, separación o fobia social.
Síntomas de los miedos y las fobias
- Taquicardia.
- Aumento de la presión arterial y frecuencia respiratoria.
- Sudoración.
- Palidez o rubor.
- Aumento del tono muscular.
- Fallos en la concentración, atención y memoria.
- Pensamientos o imágenes relacionadas con lo peligroso del estímulo y las consecuencias negativas que el niño cree que le acarreará.
- Sensación de despersonalización o desrealización más frecuente en niños mayores y adolescentes.
- Llanto.
- Ansiedad.
- Angustia y aprensión.
- Inquietud.
- Desasosiego.
- Inhibición rara.
- Evitación activa del estímulo aversivo incluso reacción de huida.
Diagnóstico
Ante un niño con miedos, lo primero es valorar si es normal y cumple unas características específicas según la edad o si adquiere significación clínica. Conocer la intensidad y la duración de los síntomas y recabar información sobre el grado de interferencia en el funcionamiento del niño.
Para definir bien el alcance de la fobia o miedo, se analiza el modo de aparición del cuadro y posibles desencadenantes recientes y remotos, conductas observables en el niño, modo de reaccionar del entorno ante la aparición de estas conductas y grado de interferencia en la vida del niño y la familia.
Tratamiento
Muchas fobias tienen su inicio en la infancia y pueden ser un factor de riesgo para desarrollar patología en la vida adulta. Un tratamiento precoz mejorará el pronóstico. Debe incluir al niño, los padres y al colegio. Las familias, al igual que el entorno escolar, son fundamentales a la hora de reforzar o limitar dichas conductas, pues es posible que estos niños presenten rechazo social o afectación del rendimiento escolar.
Pronóstico
La buena noticia es que la mayoría de los miedos en los niños son transitorios y se resuelven espontáneamente. En general, el pronóstico es bueno. Aquellos adultos que mantengan las fobias desde la infancia, presentan repercusiones en su vida social, laboral y personal con empeoramiento en la calidad de vida, incluso sin comorbilidad.